martes, 26 de julio de 2016

Castellón me da pena, pero a mí y a pocos más

La verdad es que cuando el viernes por la tarde al regresar de Oropesa a mi casa, me encontré con una fila de unos 12 o 14km de coches literalmente parados en sentido contrario en la Nacional 340 comencé a pensar en escribir un artículo en mi blog. Al momento, mi mujer me comentó que por Waze veía como estaban igualmente colapsados los accesos litoral e interior de Benicàssim desde la capital.

Sin embargo, cuando el domingo, al hacer el trayecto Oropesa - Castellón me encontré viví en mis carnes el mismo problema, y un itinerario que viene a costar unos 20 minutos nos costó como cinco veces más, comprendí que tenía que darlo a conocer. Y es que durante prácticamente los 24 km que van desde Orpesa hasta la capital de la Plana hay que ir a 80 por la carretera nacional, ya que en lugar de arreglarla y resolver los tramos de alta siniestralidad o desdoblarla o rescatar la autopista, los políticos han encontrado una solución más ingeniosa: reducir la velocidad de 100 km/h a 80 y poner radares móviles y así, se resuelve el problema.

Muy señores míos, les voy a proponer otra solución mejor. A partir de mañana, prohíban la circulación por el tramo en cuestión a excepción de a los peatones y coches de alta gama conducidos por chóferes o gente respetable. De esta manera la siniestralidad quedará reducida de manera drástica y se evitarán atascos.

También se me ocurren otras maneras de resolver este problema que se repite prácticamente todos los fines de semana desde mediados de junio hasta mitad de septiembre, los días del FIB, los del Rototom, los de Semana Santa y puentes de guardar. Pero son más surrealistas y pasan por dejar de considerar a la zona metropolitana de Castellón como la aldea olvidada de las capitales de nuestra Comunitat y nuestro gran país único, grande y libre. Serían medidas tan surrealistas como las ya mencionadas de desdoblar la Nacional desde Nules hasta Vinaròs (urge sobre todo Almassora - Oropesa del Mar), rescatar la AP7 (igualmente, al menos desde Vila-real o Castellón Sur hasta Orpesa, dotar de una conexión alternativa de calidad alargando la avenida desde Castellón norte hasta Oropesa. Otras propuestas que rayan la hilaridad (dado que parece sentenciado a muerte el tren en Castellón) podrían ser dotar de una red de cercanías ferroviarias que unan los pueblos del norte de la provincia de Castellón con la capital, pero esto sería demasiado surrealista. De hecho, se me antoja más probable que la Diputación dote de aeropuerto a la capital y a las localidades donde gobiernen alcaldes afines para poder crear la primera línea aérea de bajo coste y corta distancia.

En fin, y es que en Castellón las administraciones se gastan muchísimo, o eso se hartan de decir, pero los ciudadanos no lo vemos por ningún sitio.

No existe una red de carreteras decente y acorde para unir los destinos más concurridos y localidades más pobladas, carecemos de una infraestructura de transporte público provincial y comarcal, los carriles bici brillan por su ausencia, la actividad cultural que hay (poca, por supuesto) no se publicita ni es fácil dar con una agenda digna -a excepción, dicho sea de paso, de las actividades taurinas, de las cuales te enteras quieras o no quieras, debido al bombardeo constante al que estamos sometidos.

Otro punto a parte merece el capitulo de prevención. En cuanto a prevención de accidentes de tráfico, por ejemplo, he de destacar la tremenda labor de mantenimiento que llevan a cabo casi trimestralmente del N340 a su paso por Vila-real. Está niquelada, tú. Sospecho que igual tiene algo que ver que la "central" se encuentre allí. Eso sí, el resto de vías... pachín, pachón.
También podemos hablar de la prevención de riadas: no se limpian los cauces, ni los barrancos ni las cunetas y,  cuando cae una lluvia de las que se acostumbran a ver por aquí, pues, se sacan las barcas y se llama a los bomberos y al seguro y le echamos la culpa a Santa Bárbara y San Pedro que, digo yo: "¿Qué culpa tendrán?", si, en la práctica, lo único que hacen es responder a las plegarias de los cuatro agricultores maltratados por las ayudas al campo, los grandes intermediarios, las multinacionales y los chorizos que llenan sus furgonetas echándole más morro que cítricos.
Pero, en un día tan triste como el de hoy, con Castellón ardiendo por su principal pulmón sin control, hoy más que nunca, nos acordamos de la prevención de incendios. Que no llueve en junio y julio, lo sabemos todos, que no se puede regar el monte con autobombas e hidroaviones no hay que ser un premio nobel para verlo, pero que a los caminos no se destinan medios económicos ni materiales para que limpien con la frecuencia y el esmero que se merecen los bosques, que no se acondicionan las pistas forestales y que los cortafuegos que hay no cumplen con su cometido, también es algo evidente. Y al final de la partida, perdemos casi todos: los primeros, los bomberos, que se dejan la piel y algunos la vida en salvar nuestro patrimonio forestal, pero los propietarios de las tierras quemadas y los vecinos de las zonas afectadas también salimos perjudicados y toda la población del planeta en general, porque un incendio supone, por lo pronto, kilos y kilos de CO2 en la atmósfera y la desaparición de miles y miles de organismos que filtran nuestro asqueroso aire y lo reciclan para nuestro uso y disfrute.

Y por si alguien ve en este texto un calentón contra el Gobierno actual, que sepa, por si no se ha dado cuenta que desde que yo tengo uso de razón, nada ha cambiado por estos lares. Así que, reflexionemos, porque algo raro pasa y habrá que ir buscando soluciones o resignarse a vivir en el culo de España que, al fin y al cabo, si no es la mejor de las posturas, como mínimo, sí que es la más cómoda.

Buenas noches y buena suerte a todos.